“Charly García se tiró a una pileta desde un noveno piso”. Así titulaba el diario Clarín el día 4 de marzo de 2000 una nota que arrancaba de una manera desopilante: “¿Cuánto tiene la pileta?, gritó Charly García al joven bañero desde la terraza del hotel Aconcagua. Tres metros de hondo…, contestó Lucas Rodríguez, siete pisos más abajo. Y García se tiró sin escuchar el final de la frase del bañero: …pero recién la están llenando”.
Alrededor del mediodía del 3 de marzo de 2000 el mítico Charly García se tiraba desde el último piso del hotel Aconcagua de Mendoza y caía de pie en la pileta del lugar, para luego hacer un rato la plancha, nadar un poco y dar una nota a los tantos medios que estaban haciendo guardia. Pero, ¿por qué se tiró a la pileta? ¿Qué hacía toda la prensa ahí? ¿Es cierto que estaba la policía? ¿Cómo sobrevivió a semejante hazaña? ¿Eran nueve pisos, eran siete, cuántos eran? ¿De qué piso se tiró Charly García? Empecemos desde el principio.

La lógica del Say No More
El nuevo milenio iba a traer un año más tarde la debacle inevitable de una década que, por un lado, derrochó pizza con champagne, dólar uno a uno, viajes a Miami, un presidente desfachatado y el despilfarro de la clase media alta. Por el otro, desparramó la desocupación, la creciente desigualdad, la recesión, los piquetes y las cacerolas.
Charly, también convertido en un símbolo noventoso gracias a sus locuras, sus arrebatos mediáticos, su amistad con el presidente y su conducta impredecible coronada en aquel Say No More, iba a tener, siempre adelantado, su momento de quiebre antes que el país.
En sus fructíferos y prolíficos ochentas ya había empezado a encontrarse con algunos escándalos, incluso en la propia provincia de Mendoza, como cuando en el año 1987 salía totalmente enojado a dar una nota telefónica con Juan Alberto Badía en su histórico programa Imagen de Radio, para aclarar un incidente con gente del público en un concierto en el Estadio Pacífico de esa provincia.
“Se la pasaron dos días hostigándome y ahora me estoy curando de unas heridas que me propinó un oficial de la comisaría 1 de Mendoza”, denunciaba sin miramientos y sentenciaba: “El aparato represivo en Argentina no ha sido desmantelado, parece que Charly García es demasiado para Argentina, me están echando. Cada vez que toco en este país me pasa esto, me hicieron la cama. Yo termino de hablar con vos, me tomo un avión, me voy de este país y no vuelvo nunca más”.
Por suerte volvió pronto, pero en paralelo a sus obras cada vez más desfachatadas, empezaban los tiempos del Charly García más revoltoso. En 1991 estuvo internado tres meses en una clínica psiquiátrica de Palermo y a finales de ese año dio un show en Ferro antes 25 mil personas en el que ingresó en una ambulancia, como burlándose de la situación.
En noviembre de 1994 su propia madre lo volvió a internar y cuando le dieron el alta no le quiso dirigir más la palabra: «Estoy absolutamente en contra del método que utilizaron la Courtney y mi mamá para internarme a mí y a Kurt Cobain. Eso que se llama amor duro es un método que consta en no explicarle nada al que se supone que está mal, cerrarle todas las vías de acceso a cualquier tipo de cosa, dejarlo en la lleca».
En enero de 1996 protagonizó en Villa Gesell un violento show en el que se agarró a piñas con su guitarrista, «El Negro» García López, que terminó con guitarras revoleadas y derribando la torre de iluminación y parte del sistema de sonido.
Para coronar ese verano, mientras el gobierno de la provincia de Buenos Aires llevaba adelante la campaña Sol sin drogas, respondió de forma irónica con la frase «Mejor drogas sin sol», y terminó en un juzgado de Dolores, donde se le inició una causa por «incitar al consumo de estupefacientes» (sí, Andrés Calamaro ya había tenido su problema con la famosa “qué linda noche para fumarse un porrito” a fines del ’94 en La Plata). De todas formas, Charly alguna vez remarcó y aclaró que lo habían sacado de contexto.
Mientras salía con una novia adolescente en 1999 arrancó a las piñas en una comisaría de Ituzaingó, pasó la noche en un calabazo y terminó enfrentando un juicio oral y público. Por supuesto, todo esto era carne de cañón para la prensa, que estaba atenta a cada paso en falso del cantante y a cada recital con desplantes, retrasos y faltazos. Todo se preparaba para el momento cúlmine.
Demasiado ego
“Dicen que soy aburrido…”. La icónica frase de campaña de Fernando de la Rúa simbolizó la búsqueda del pueblo argentino de querer terminar con una década de excesos, escándalos, corrupción y mafia política. El hasta entonces Jefe de Gobierno porteño llegaba al sillón de Rivadavia como un símbolo de honestidad y austeridad, todo lo contrario a lo que había pregonado Carlos Saúl Menem, el amigo de Charly.
Uno de los aciertos en materia de cultura de la gestión porteña radical había sido la creación del ciclo Buenos Aires Vivo, en el que los grandes referentes de la escena musical convocaron miles de personas en Figueroa Alcorta y La Pampa (1997 y 1998) y en Puerto Madero (1999). Históricos recitales de Spinetta, Los Fabulosos Cadillacs, Mercedes Sosa o León Gieco, entre otros, se coronaron con la inolvidable noche en la que Charly cantó ante 250 mil personas durante más de tres horas que quedaron inmortalizadas en el disco Demasiado Ego.
Pese a que en un show de Divididos en Puerto Madero dos chicos fallecieron electrocutados y el Gobierno de la Ciudad fue condenado de manera civil, pero no penalmente, cuando asumieron la Nación, desde Cultura (con Darío Lopérfido a la cabeza, novio por ese entonces de María Gabriel Epumer, guitarrista de Charly) decidieron apostar por más y crearon el Ciclo Argentina en Vivo.
Dentro de esta propuesta entonces, Charly García llegaría una vez más a Mendoza, para tocar el 1 de diciembre de 2000 en el Estadio Mundialista, con invitados como Nito Mestre y Mercedes Sosa. Y si estaba Mercedes, Charly se portaba bien. Como cuando todo Cosquín se horrorizó en 1997 por miedo a desmanes, ante la noticia de que Say No More iba a desembarcar en la Plaza Próspero Molina, pero él iba portarse como un señorito.
En este caso, cantaron juntos “Como sopla el viento norte”, “De mi”, “Rezo por vos”, entre otras, Charly se volvió a portar bien, cantó dos veces una canción nueva llamada “El día que apagaron la luz” y prometió que iba a ser “el próximo simple de Say No More”. Pero el show terminó, Mercedes se fue y Charly, junto a su séquito, se dispuso a disfrutar del post show.
Me voy a tirar del noveno piso
“Esta es la primera cosa deportiva que realmente estoy disfrutando”, dijo aún dentro de la pileta un refrescado Charly García mientras pedía una Coca Cola ante las cámaras que llegaron corriendo luego de verlo caer desde un balcón del hotel Aconcagua, creyendo tal vez que lo peor había sucedido. Charly estaba nadando, haciendo la plancha y desafiando a los entrevistadores:
―¿Podemos tirarnos también, Charly?
―Sí, pero desde ahí arriba, si no, no.
―¿Dónde dejaste la capa de Superman?
―En tu cuarto.
El camarógrafo mendocino Daniel Raqueta fue quien inmortalizó esos dos segundos más rockeros de nuestra historia. Charly se había tirado del noveno piso con una copa de champagne en la mano. Pero, ¿por qué Charly García se tiró del noveno piso?
“Porque me perseguía la policía”, afirma el cantante en una nota para el documental BIOS que se puede ver en Flow. “Subió un policía y me dijo ‘soy la policía’. ¿Y quién te manda a no estudiar?, jajaja”.
Lo que pasó entre el final del show en el Estadio Mundialista y el chapuzón es tan surrealista como mitológico, y por supuesto, cuenta con incontables versiones parecidas pero diferentes, y tantos testigos como el debut del Diego en primera o el primer show de Sumo.
En una entrevista con el programa de radio Perros de la Calle a fines de 2017, su mano derecha de ese entonces, Fernando Szereszevsky, cuenta la anécdota con lujo de detalles y seguramente con algunas decoraciones que hacen a la historia más jugosa aún. Pero lo cierto es que se toma casi media hora y entrega una crónica que puede ser tranquilamente un cuento de Osvaldo Soriano, una novela corta de Edgar Allan Poe, una escena de una peli de Tarantino, una entrevista de Juan Castro en Kaos en la Ciudad o un capítulo de Policías en Acción. O tal vez un poco de todo esto junto.
«Charly después de un show siempre quería estar tranquilo en un lugar donde pudiera comer y bailar. Ya adentro de un boliche, él se sacó fotos con toda la gente que estaba y se dispuso a comer. En ese momento una mujer se acercó para pedirle una foto. Yo le conté que estaba comiendo y que después iba a acceder sin ningún problema, pero se fue puteando a todos. Horas después, ya de madrugada, la mujer volvió a aparecer y le partió un vaso de vidrio en la cabeza de Charly que empezó a sangrar«.
El productor agregó que rápidamente se llevó al cantante al hotel para que lo curaran, y a su vez confesó que mientras se iba sintió que a sus espaldas se estaba armando cierto desmadre que dejó atrás.
Al rato, en las primeras horas de la mañana del 2 de diciembre, la policía llegó al hotel para llevar al músico a declarar. La mujer en cuestión había presentado una denuncia contra Charly, debido a que la gente de seguridad intentó hacer justicia por mano propia, revoleando sillazos contra ella que derivaron en una bataola.
Si bien Szereszevsky cuenta que intentó explicar que Charly no había tenido nada que ver, y que incluso él había sido el agredido, la charla entre el músico y los agentes fue tornándose cada vez más violenta y larga, tanto que el mismísimo jefe de la Policía de Mendoza se presentó para llevarlo a la comisaría.

Charly & Charly
―¡Llamá a Carlos, mi abogado! ―le dijo Charly al productor.
―Pero Charly, tu abogado se llama Guillermo.
―No, ¡llamalo a Menem!
“Después de varios llamados lo pude ubicar, estaba jugando al golf en Ascochinga. Se lo pasé a Charly, le pidió que vaya a declarar y que se tomara el primer avión a Buenos Aires», relata Szereszevsky. El jefe de policía no lo podía creer, le arrebató el teléfono y corroboró que efectivamente estaban hablando con el expresidente.
Vale remarcar que el propio Szereszevsky fue un nexo importante entre “los Charlys”, ya que siempre estuvo ligado a la política y era vocero de Alberto Kohan, histórico secretario general de la presidencia de Menem. En estos tiempos, además, fue asesor de la ministra de Capital Humano Sandra Pettovello durante sus primeros seis meses de gestión durante el gobierno actual de Javier Milei hasta que renunció antes de una gira de los Ratones Paranoicos y sin repartir alimentos a los comedores.
García aceptó la propuesta de su amigo y se presentó ante la Justicia para completar algunos papeles, pero no se la hicieron fácil: lo pasaron de oficina en oficina y el músico terminó esperando por unos papeles al lado de un policía gigante, que al parecer lo estaba mirando fijamente y con ganas de decir algo.
Finalmente, según palabras del productor, el policía habló, como mofándose de lo que estaba viviendo el músico: “Viste que al final todos somos iguales”. Ahí completa la anécdota: «Charly se paró y se le tiró encima. Le gritó que era un pobre policía de Mendoza. ‘Mirame las manos, yo soy Charly García. Yo no soy igual que vos, soy Charly”. Esta última frase, siempre según Szereszevsky, la repitió una y otra vez en el viaje de regreso al hotel. Y lo peor, no se volvieron, se quedaron una noche más.

De qué piso se tiró Charly García
Charly se tiró del noveno piso, sí, pero la pileta está en el segundo piso, por lo que técnicamente se tiró siete pisos. Aunque la pileta tiene casi tres metros de profundidad, por lo que la cuenta también podría tomarse como más equivalente a ocho pisos.
En 2022, unos físicos de la Universidad Viña del Mar de Chile analizaron el proceso de caída del artista, tanto en el aire como en el agua. Sobre la rapidez que alcanzó Charly antes de llegar al agua, los académicos calcularon que logró una celeridad del orden de los 20 m/s. Definieron además que cayó casi verticalmente y esto ayudó a que saliera ileso: “Si bien la desaceleración experimentada al llegar al fondo de la piscina tiene un gran espectro de valores, ninguno de ellos indicaría lesiones de carácter grave”.
Volviendo a las declaraciones de Szereszevsky, aclaró que el 3 de diciembre en esa habitación estaban solamente él, Charly, Nito Mestre, Marcelo Lavalle (histórico manager) y Gabriel Ganem (asistente). «A la mañana siguiente estábamos sentados en el balcón que daba a la pileta (N. de la R: la suite del último piso no tiene balcón, sino que es una especie de terraza). Charly empieza a dar vueltas por la habitación, corriendo de un lado para el otro, hasta que agarró un muñeco inflable y lo tiró por la ventana. Este está re loco, fue la clara respuesta nuestra”.
Ese fue el momento, después de un rato de silencio, en el que Charly, sin mediar palabra, tomó impulso y se tiró. «Sin entender lo que pasaba mi primera reacción fue decir ‘se mató’. Otro de los que estaba ahí me respondió ‘Y, sí’. Fuimos al borde del balcón y lo vimos nadando. Bajé corriendo los siete pisos por la escalera con taquicardia. Le agarré la cara y le pregunté qué había hecho. Él me miró y me respondió: «Decile al policía de Mendoza que, si es igual a mí, que se tire del noveno piso también. Y después la remató diciendo que había tirado el muñeco para medir el viento», termina de manera épica la historia Szereszevsky.
Yo estuve ahí
Muchos afirman que el hotel estaba rodeado de periodistas porque el escándalo de Charly ya era vox populi. Sin embargo, lo cierto es que, en ese momento, el ministro de Trabajo de De la Rúa, el mendocino Alberto Flamarique, daba justamente en el mismo hotel una conferencia de prensa para el periodismo local. En medio de la charla, el ministro se distrajo y dijo: “Acabo de ver a Charly García pasar volando”. Y todos fueron corriendo hacia la pileta.
Un corresponsal de TN en Mendoza, Alejandro Costanzo, cuenta que estaba en el hall del hotel Aconcagua cubriendo la conferencia: «De repente entró un camarógrafo gritando ‘se tiró Charly a la pileta desde su habitación’. Corrimos a la pileta para tomar las imágenes. Lo encontramos haciendo la plancha. Fue algo impactante. Creíamos que nos íbamos a encontrar con una persona muerta y no con un Charly nadando”.
Bebe Contepomi también fue testigo de ese momento y estaba en el hotel: «Hablábamos con Charly para dar una nota con todo lo que había pasado. Le habían regalado unos osos de peluche que se pasó tirando como prueba. Y en un momento se tiró. Lo primero que dijimos fue, ‘se mató charly’. Salimos a ver por el balcón y lo vimos en la pileta».
El periodista Carlos Polimeni, quien también fue a cubrir el recital, no solo afirma que Charly estaba paranoico, lo agarró de un brazo y lo obligó a hacerle un reportaje “porque tenía miedo que le hicieron algo raro”, sino que fue más allá y tituló un libro suyo de anécdotas del rock “El día que Charly Saltó”. Agrega que después Charly le auguró la situación por teléfono: «Venite a mi habitación que me voy a tirar del noveno piso», pero pensó que era una más de las consignas Say No More de la época y asegura que intentó convencerlo de que desistiera.

Me tiré por vos
Charly por fin volvió a Buenos Aires. El mito dice que durante el viaje de vuelta escribió dos canciones que luego formarían parte del regreso de Sui Generis en ese mismo 2000: “Me tiré por vos” y “Noveno B”. Ya era 4 de diciembre.
El viernes 10 de diciembre Joaquín Sabina se presentaba en el Estadio Luna Park. “Joaquín Sabina corrió un riesgo gigantesco: invitó a Charly García. El rocker argentino, se sabe, es garantía de explosión y adrenalina, pero cederle escena puede significar que no se hable más que de él. Sabina pagó ese precio con gusto”, relataba la crónica del diario Página 12.
Charly llegó mientras estaban saludando luego de tres horas de show. Y todo duró mucho más.
―¿Es mentira lo de los nueve pisos? ―le preguntó Joaquín.
Charly agarró la guitarra y respondió con una canción. No cantó un clásico propio ni del andaluz, tampoco un cover. Simplemente dijo “este tema lo compuse mientras caía a la pileta” y lanzó los versos de su flamante “Noveno B” que duraron casi nueve minutos. En el medio también tuvo tiempo para parafrasear el Martín Fierro nombrando a los Loco Mía, mientras Sabina bailaba, se subía a una silla y tiraba un polvito blanco por los aires, para preludiar otra antológica frase de Say No More:
―¡Se te cayó la mandanga!
Tres días después del show de Sabina, el cantante cuartetero Rodrigo, quien por ese entonces estaba en llamas recorriendo todo escenario y canal de TV posible, pasó por la casa de Charly de Coronel Díaz y ante las cámaras quedó inmortalizado otro pedacito de “Noveno B” a piano y voz.
Ese mismo año Charly también le dijo a Lanata que era un pelotudo en el programa Día D y por fin salió Sinfonía Para Adolescentes de Sui Generis, por supuesto, con estas dos canciones y también con aquella “El día que apagaron la luz”. El 7 de diciembre Charly y Nito regalaron en Boca un show tan histórico como complejo y complicado.
Charly siguió regalando escándalos, hasta que, una vez más en la provincia de Mendoza, en junio de 2008 sufrió una grave crisis en el hotel Solaz de Los Andes y fue internado en terapia intensiva con una orden judicial.
En el año 2013, el propio músico contó lo que vivió en esa segunda mitad de 2008 y cómo Palito Ortega entró en su vida: “Un día me internaron, me vino a buscar. Era la última persona en el mundo que pensaba que iba a hacer eso. Me dio un hogar, un estudio y su familia. La luchó como un loco. Que apareciera, que viniera con la jueza, si no lo hacía me iban a meter en un lugar peor. Hizo los trámites. Palito me salvó la vida. Es un tipo increíble. Yo no salí de ningún infierno. Yo fui víctima de la ignorancia y el prejuicio de los que estaban cerca mío, y no era esa la manera”.
Toda la música de Charly García es parte de la historia argentina para siempre. Pero además, nadie olvidará jamás aquella vez en la que el cantante se tiró a la plieta desde el noveno piso de un hotel de Mendoza.

